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Llamados a ser honorables: SER SANTOS

Este mes de noviembre en el Proyecto Salesiano Tijuana A.C estamos conmemorando a todos los santos. La llamada personal que nuestro Padre Dios nos hace es: Levítico 11:44 “Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo”.


Ser-Santos-Porque-Yo-Soy-Santo esa es la verdadera conmemoración de estos días. Los santos no son personas diferentes de nosotros, unos han sido santos desde pequeños, otros llevaron una vida en la que no conocían a Dios, y se portaron muy mal, pero cuando se encontraron con Jesús, cambiaron, y decidieron ser plenos siguiéndolo.


Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe, fue su regalo cuando nos bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero también tenemos que querer serlo. Ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien como él, amar como él. SER SANTO ES SER AMIGO DE JESÚS.


Actuar y hacer las cosas en nuestra vida como Jesús las hacia es importante, por eso se nos han dado las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas no describen un estado ideal ni una enumeración de regalos recibidos por perseverar en el sufrimiento, sino que presentan un horizonte alternativo. No es cuestión de alcanzar alturas espirituales sino de entregar la vida para hacer posible un mundo diferente, un mundo acorde con la palabra de los evangelios; esto es, el Reino de Dios.


Al proclamar las bienaventuranzas, Jesús nos está llamando a pensar y vivir desde otros valores, con otras prácticas que, sin duda, no nos situarán en los centros de poder sino en los márgenes porque no armonizan con lo que la mayoría piensa. Al escucharlas con atención encontramos condiciones y conductas que Dios valora o encuentra honorables.


Las bienaventuranzas nos sitúan en un espacio diferente desde el que podemos tener una nueva perspectiva de la realidad de nosotros mismos y de Dios. Este nuevo espacio es lo que Jesús llamó Reino de Dios. Las bienaventuranzas son los elementos principales en que se construye ese lugar. Para ser santos hay que vivir las bienaventuranzas, ser honorables. Por ejemplo:

Honorables los que trabajan por la paz. En un mundo crispado, endurecido y violento necesitamos paz y pacificadores que puedan imaginar espacios habitables, que construyan puentes y destruyan fronteras. Cada gesto de paz hace germinar esperanza y fraternidad. Cada gesto de paz nos hace hermanos, cada gesto de paz nos hace hijos e hijas de Dios.


Honorables son quienes tienen hambre y sed de justicia. Con frecuencia nos duele la injusticia, nos da rabia el abuso y el maltrato, pero muchas veces nos contentamos con indignarnos sin tomar decisiones que ayuden al cambio. Tener hambre y sed de justicia es luchar porque exista una relación justa entre las personas y los bienes. Tener hambre y sed de justicia es elegir la palabra y no el silencio cómplice. Tener hambre y sed de justicia es no claudicar hasta que la bondad y la verdad se encuentren.


Todas las bienaventuranzas cuando las vivimos nos dan una vida honorable, esa vida que como la de los santos nos hacen ciudadanos del Reino de Dios. La tarea de la construcción del Reino de Dios puede tener como meta la de la Fraternidad Universal. Así nos lo ha recordado el Papa Francisco en su encíclica “Fratelli Tutti” en la que va subrayando: “La afirmación de que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas, si no es sólo una abstracción, sino que toma carne y se vuelve concreta, nos plantea una serie de retos que nos descolocan, nos obligan a asumir nuevas perspectivas y a desarrollar nuevas reacciones”.

Para nosotros en Proyecto Salesiano Tijuana celebrar la santidad nos fortalece en la tarea y misión que tenemos respecto a los jóvenes pobres, los jóvenes vulnerables, los jóvenes migrantes: “Cuando el prójimo es una persona migrante se agregan desafíos complejos. Es verdad que lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no haya serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona. Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes que llegan pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Porque «no se trata de dejar caer desde arriba programas de asistencia social sino de recorrer juntos un camino a través de estas cuatro acciones, para construir ciudades y países que, al tiempo que conservan sus respectivas identidades culturales y religiosas, estén abiertos a las diferencias y sepan cómo valorarlas en nombre de la fraternidad humana».


Que el mes de Noviembre con todas las posibilidades que nos presenta como retos nos impulse a ser generosos, a dar de lo que tenemos y de la mejor manera así podremos vivir de manera concreta y desde la fe la llamada personal a ser santos.


P. Agustín Novoa Leyva SDB

Director de Proyecto Salesiano Tijuana


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